Cuando iba a jugar a casas de algunos amigos solíamos recoger renacuajos como cualquier otro niño. Los recolectábamos en vasos de plástico que alguna vez tuvieron refresco o cerveza y la gente los tiraba en la más lejano de las jardineras o debajo de las escaleras. Cuando llegaba mi madre por mi y la veía venir desde lejos, me alejaba de los charcos y me iba a los columpios o a cualquier otro lugar que no fuera "el cochinero ese lleno de bacterias". Aunque los charcos estaban repletos de ellos son contadas las veces que he visto alguna ranita cruzarse en mi camino, eso si que me alegraría bastante.
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